No lloraré.
No lloveré.
No me verteré en los tribunales de tu taza.
Un holograma de casi como media vida en blanco.
O media tiza.
Palabras corruptas que se enredan en amoríos sin necesitarnos.
Egoístas.
-¿Vas a escalarme cada noche?
-Sí, claro. ¿Por qué me lo preguntás?
-Sólo para saber que tan espeso será el olvido.
Al diablo no le va a gustar que me arrincone en tus costillas.
Un silencio detrás de otro silencio,
desnudez de sombras por doquier,
los fantasmas se pasean en medias por el pasillo espejado.
Penumbra y piedra filosofal.
Sifones de luto.
La noche comienza a enredarse en mis tobillos.
Vos me mirás como si te pesaran mis pestañas.
-¿Me pasás papel cuadriculado?
-Sí, claro. ¿Para qué?
-Tengo que dibujarte el camino hasta mi paraguas.
(Acaso llueva y se me mojen los cuadernos)
Rosario no gusta de papeles mojados
ni balcones sin blasfemias.
Tan buena como siempre, incluso a veces mejor, es jodido eso de superarse a si misma.
ResponderEliminarMe gusto mucho como siempre.
Un abrazo.