Ha encontrado la partícula del pobre
diablo.
Ha sabido enceguecer el minuto
y deshojar la intrépida caída libre
entre los espirales de humo que desgarran
su nombre.
En una procesión febril nos acosa cuando
todos callan.
Rezo inoportuno a la subasta pasajera en
las patas de la cama
por un minuto, un pellizco de mi realidad.
Para saber lo que ha creído estremecer
esas manos no volverán a tocar el instante
la ironía gris de una escalera en desuso.
Mejor te vas,
Mejor te vas de mí
para que los fantasmas hagan su labor
encajando piezas en la superficie de las
palabras.
No.
Ella duerme en la madeja sin ovillar.
Atizará la noche. Noche de ojos sin
colores.
Morirá. Al igual que la última. Muerta
intentando encontrar portales en la boca de
la tormenta.
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