Voy a perder esta vez, sólo para
reencontrar tu fe
cuando las banderas estallen en mi manos.
Lamentar tus partículas grises,
los panes que caen tibios sobre tu quietud
de avellana
y todo lo difuminado en los gritos de
abril.
.Soy inocente.
Marioneta tiesa de discurso punzante
lagrimales colapsados de papel couché
en un
febril peregrinaje al Asteroide 326
por la teoría enferma que acelera el ritmo
sobre tu voz erguida en el ombligo de la
noche.
Voy a subir al púlpito donde se rematan los
renglones oscuros,
los inhóspitos gemidos en los rincones
donde nunca hubo un amor
o una mentira que lo consuele.
Allí, donde el milagro de mi nombre
incubándose en tu lengua
despliegue las notas que mi latitud
vencería,
allí te veré.
Y volveré.
Volveré a dormitar oyendo tus pasos en los
escalones de la eternidad.
Al tal vez, nunca.
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