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sábado, 24 de octubre de 2015

Crónicas

Tengo preparada una palabra
en realidad, son dos palabras
aunque una está muerta.

Arrastro su cadáver intenso
por las impericias de mi lengua,
revuelvo su vientre de papel
sumerjo su inhóspito murmullo,
la apedreo en la plaza pública 
y en mi oda al exilio.

Cada tanto se suicida:
cuando nadie nos ve
brinca desde la grieta en mis labios
para que pueda yo tejer ceremonias
y cortejos extraños en grave silencio.

Ahí, añoro sus tibios bucles dentro mío
reniego de sus escapadas a pie,
aunque regrese pródiga 
a la coronilla puntiaguda del insomnio.

Tengo lista una palabra y quisiera abortarla
antes de que me condene a los hoyuelos sacros,
al purgatorio de los libres.

Pero tengo aún esa palabra,
pesada,
cansada,
desgastada,
y yo le temo tanto que me pregunto
Vos, ¿también la tenés?

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